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Shabat*

Actualizado: 30 oct

HACIENDO NADA

Hasta las dos de la tarde haciendo nada. Y emergió lo mejor de mí en los últimos tiempos.

Tal vez ya lo sepas, vivo como ermitaña. La vida me trajo a un pueblito en las sierras de Salamanca, donde me cruzo —con suerte— con siete personas a la semana. Aquí no hay supermercado, ni chino, ni negocios. Para hacer la compra, camino cuarenta minutos por el bosque o me lleva alguna vecina que va en su coche — no siento necesidad de comprar uno ahora—.


LAS HORAS

Mis horarios más estrictos los determinan mi responsabilidad para con otros: mis alumnos y consultantes. Toda gente buena, el verdadero lujo. Nada de “superiores jerárquicos”.

Soy muy puntual. Practico la abstención de robar, así que intento no robar tiempo a nadie llegando tarde. También practico la abstención de mentir, así que procuro no decir que haré algo que luego no hago. 

«Qué exagerada», dirán muchos. «Cuando tu opinión sea respetable para mí, te consultaré. Mientras tanto, gracias», respondería.


DISCIPLINA

Hago mis deberes: estudio, medito, hago servicio —ayudo desinteresadamente a mejorar la vida de otros— y no le hago caso a nada más que lo que me dicta la Razón universal.

Rebelde, de lo más rebelde que he conocido. Hasta el punto absurdo de imponerme yo misma rutinas solo para que mi alma se las pase por el culo —no te rasgues las vestiduras: aquí conviven lo más etéreo y lo más burdo, sin sectarismos. Eso es la Vida.—

Creo que ha llegado el punto en el que no haré nada que no me mande Dios. Ni lo que diga la “ciencia”, ni lo que digan “líderes religiosos”, ni lo que diga ningún poder de turno.

Lo bueno es que la voluntad de mi ego se ha vuelto más débil. Creo que está un poco cansado de intentar tomar el control. Puede que me engañe a mí misma sin saberlo. Eso siempre es una posibilidad a contemplar.


PERO HOY

Sábado: desperté a la vigilia un día más. “Despertar” es un momento que siempre tiene un tono algo trágico para mí. Es volver al mundo cada mañana. Salir del abrazo eterno, del calor eterno, del Nirvana donde nada es necesario ni deseado.

Ahora que lo pienso, hasta los sueños han cambiado. Es chistoso: a veces me veo en escenas truculentas diciendo, en completa ataraxia, «esto no me compensa», y reiterándome del sueño.


LA VIGILIA

Despertar en el mundo —volver al sueño— es el desafío más grande de cada día. Una nostalgia indescriptible me acompaña por un rato. Aprendí a que no me preocupe: tengo que dejar pasar un rato, entre desayuno y meditación, y se retira disimuladamente, como quien sabe que no es bienvenido.

Aun así, antes de llegar del todo al mundo y de abrir los ojos físicos, no hay día en que no diga «gracias». Mi voz suena en mi mente —la voz de Paula César en la mente de Paula César— diciendo, suave y cariñosamente, «gracias». No tengo muy claro qué parte de mí lo dice, porque siempre la mañana es el momento más angustioso del día.

Es decir, ¿qué parte de mí agradece estar aquí? Bueno, será una parte muy agradecida e iluminada.

El hecho es que algo dentro de mí lo pronuncia y yo lo escucho. Pronuncia la palabra ritual: «gracias».

Hasta hace unos meses, de seguro lo decía por el silencio. Ese silencio sepulcral de la mañana en el pueblo. Silencio que soy yo misma —y tal vez por eso agradezco—.

Ahora ya no es tanto el silencio. Me adoptaron tres gatas, no son tan contemplativas como yo. Las dejo quedarse solo porque su presencia viene a recordarme el sello de la Vida.



EL MURO

Pero en mi adolescencia tardía sentí como si un muro de piedra se levantase entre mi alma y Aquello. Describí cómo sentía que la separación se estaba formalizando, total y tangible: estaba dejando de ver, de escuchar y de sentir ese océano de sentido trascendente y dicha inefable. La dicha de entender.

Pero la vida es un continuo ir y venir, subir y bajar, bajar y subir. Así que tiene lógica. Después de haberme hundido en el infierno, tocar fondo y empezar a subir, de repente parece como si aquel muro estuviera quebrándose. Nada se quiebra en tan poco tiempo. Pero, en verdad, fue una eternidad —de olvido y sopor—.

La puerta que ayer pareció cerrarse por siempre, hoy parece estar entreabierta. No hubo más llave que el silencio —y no hacer nada en particular, más que lo que la conciencia dictaba a cada momento—.

Bueno, aclaremos: “nada” hoy fue alimentar a los gatos por responsabilidad con la vida de los que dependen de mí; comer algo por responsabilidad con el cuerpo que depende de mí; estar en silencio; caminar bajo un cielo gris blanco que huele a humedad; volver a casa bajo la lluvia; ver llover desde el zaguán de mi casa; escuchar las gotas que golpean en las piedras de la calle del Cristo. Apercibirme del agua corriendo por la alcantarilla. Imaginar el caudal del arroyo que crece con el agua de la lluvia. Pensar que sigue la misma dirección que mi calle: de arriba hacia abajo. Ver a la gatita blanca contemplando también el agua, un poco más adelante que yo, justo en el marco de la puerta. A ella le salpica el agua, se sacude cada tanto.

No siento diferencia entre ella y yo.  

¡Es eso! La contemplación rasga el velo de la separación.


EL TIEMPO

Y entonces ocurre esto: aunque una parte de mí lo quisiera, ya no puedo hacer caso a los tiempos del mundo.

Kronos entrega el cetro a Kairós. Ahora estamos en ese microsegundo que, desde la perspectiva humana parece nada. Es veloz. Pero, en el fondo, es eterno.

Ese instante en que el cetro pasa de unas manos a otras. Por un momento, todas lo sostienen y unos ojos miran a los otros en gesto de respeto. Se reconocen con honor por la misión cumplida. Pasan el mando de un tiempo a otro. Kronos a Kairós. Tiempo del mundo al tiempo eterno. 

Allí estoy ahora: en el segundo épico en el que el poder es devuelto al no-tiempo. Al no existir. Al Uno.


LA FISURA

Entonces hoy, sin quererlo y sin buscarlo, recuperé un aliento que creí perdido. Veo una fisura en el murallón que la materia construyó en mi cuerpo eterno. Y no me extraña: envejecer es empezar a vivir.

Nacer fue un poco morir, y dejar de existir será, algún día, nacer.

Mientras tanto, únicamente podemos percibir el placer del Uno en un eterno encuentro con el ahora: con el silencio, con el agua de la lluvia, con el tiempo que no es tiempo.

Toda separación tiene para mí, hoy, un solo sentido: vivenciar el placer del encuentro. Su encuentro.


P.C

Octubre 2025

ree

*Shabat (שַׁבָּת) proviene del hebreo shavat, “cesar, detenerse”. En el judaísmo designa el día del reposo. Simbólicamente, el descanso necesario para que, en la quietud, el alma se reencuentre con su Creador y recobre fuerza y verdad para su labor en el mundo.

*Gracias por contribuir a la difusión ética del contenido.

Si compartes o reproduces total o parcialmente material de este blog, recuerda mencionar adecuadamente su autoría y/o incluir un enlace al sitio web original.

 © Paula César.


5 comentarios


Victoria
29 oct

Bellísimo escrito, tiene esa magia de transpasar las vivencias y generar identificación. Me encantó la prosa. Estoy a la espera de más!

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Viviana
26 oct

Estimada Paula me encanto este relato / muchas veces miro tus videos sos una docente perfecta, no dejas nada por explicar, y lo haces majestuosamente / te mando un cariño enorme !!

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Contestando a

Muchas gracias por tu comentario, Viviana. Me alegra leerte y saber que mi labor te llega. Un abrazo🙏

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Invitado
25 oct

Paula, No tengo palabras para expresar lo que he sentido al leer “Shabat”. Este, tu camino, que ha transcurrido por momentos extremadamente difíciles y que te ha llevado hasta aquí, hasta donde estas ahora, y no me refiero solo al pueblo donde resides ahora, sino donde esta ahora residiendo tu alma. Posiblemente nunca hubieras imaginado esta parte de tu camino, pero con toda certeza ha hecho que el avance en conocimiento, en purificación, en eliminación de esas cáscaras que siempre nos separan de la Luz te haya abierto paso enormemente hacia ese retorno tan deseado, maravilloso que todos deseamos. Siento una inmensa alegría por ti y no deseo otra cosa que avanzar y avanzar para acercarme todo lo máximo que…

Editado
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Contestando a

Sergi, Muchas gracias por tu comentario y tu Presencia. Es un privilegio y un honor compartir este camino junto a almas en la misma sintonía de búsqueda interior. Todo mi cariño. 🤍

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Paula César  - Consultoría psicológica - counselling - Espiritualidad con fundamento - Ciencia espiritual - enfoque humanista, fenomenológico existencial - Espiritualidad transcultural-

Filosofía perenne, psicología transpersonal, tradición y modernidad, tradición primordial, mística y ciencia, ciencia y espiritualidad, sabiduría perenne, psicología y espiritualidad, sanatana dharma, counselling enfoque humanista, enfoque centrado en la persona, escuela mistagógica.

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