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El estoicismo y la inteligencia suprema

Foto del escritor: Paula CésarPaula César

Actualizado: 10 feb

Nos quieren vender el estoicismo como un manual para ser más eficientes en la vida moderna. Nada más lejos de un acto filosófico. Más allá de eso, el estoicismo se basa en algo que resultaría poco atractivo para la modernidad: la confianza en la inteligencia suprema.


Hiperconsumismo y velocidad

Estamos constantemente bombardeados por ideas y frases fáciles de consumir. Conceptos profundos triturados por la maquinaria de contenido instantáneo. Cuidado, porque si dejas que otro mastique por ti el alimento intelectual y espiritual, perderás la capacidad de digerir las ricas "proteínas" del Espíritu.


Sintetizar y simplificar no es el problema. El vaciamiento del espíritu trascendente sí lo es. ¿Por qué? Nos hace vivir en un mundo pobre, sin valores más allá del placer instantáneo, lo que ya se sabe, nos deja con un profundo vacío existencial. Es triste ver al ser humano convertido en esto, animales adictos a la comida enlatada, en especial, sabiendo de lo que es capaz cuando conecta con su origen espiritual.


Con el estoicismo han hecho lo mismo. Frases que, en lugar de liberar la mente, solo generan frustración por no poder alcanzar esa imperturbabilidad del alma (ataraxia). Y es que en los dicursos enlatados falta una clave. La clave. La confianza en la Razón Cósmica. Así le llamaban los filósofos antiguos. Nosotros podemos actualizar el término y llamarle inteligencia suprema, Espíritu, Divinidad, “universo”. Da un poco igual cómo lo llames, siempre que comprendas de qué se está hablando realmente.


Estoicismo, vida moderna e inteligencia suprema.

Estoicismo: Un camino más allá de las simplificaciones

Esta escuela filosófica, nacida en la antigua Grecia en el siglo III a.C., fue fundada por Zenón de Citio y desarrollada por figuras como Epicteto, Séneca y el emperador Marco Aurelio. El estoicismo no buscaba realmente la “eficacia personal”, sino una alineación con el Logos, la razón universal que rige el cosmos. El Logos es sinónimo de la Inteligencia suprema (aunque a los ateos les dé alergia el término). Así que, lo que entendemos por estoicismo, en su forma más pura, es una filosofía basada en la confianza plena en esa inteligencia (o razón) superior.


El mundo superior y la verdadera práctica estoica

Para los estoicos, el cosmos no era un accidente, sino una manifestación de una inteligencia divina, el Logos. El ser humano debía vivir en armonía con esa inteligencia suprema.

La verdadera práctica estoica no era solo una herramienta para enfrentar problemas cotidianos, sino un camino hacia la sabiduría, la virtud y la serenidad, en alineación con las leyes universales. La meta no era la “felicidad” moderna, sino la eudaimonía: vivir de acuerdo con la virtud y el reconocimiento de la naturaleza divina del ser y del cosmos.


La distorsión del estoicismo contemporáneo

Hoy en día el estoicismo se presenta como un manual de autoayuda, una receta para ser más resiliente o productivo. Han invisibilizado deliberadamente su conexión con lo sagrado. Este enfoque distorsiona su enseñanza y refleja una cultura que convierte lo profundo en un producto de consumo (y bastante cutre).


Recuperando el verdadero estoicismo

El verdadero estoicismo no es una herramienta para ser “invencible” o para “triunfar”. Es un camino hacia la virtud, un compromiso con la sabiduría y un reconocimiento de que nuestras vidas tienen sentido solo cuando están en armonía con un orden superior. Practicar el estoicismo auténtico es más que seguir listas de “hábitos de estoicos exitosos”. Es abrirse a su dimensión espiritual y recordar que, en su núcleo, esta filosofía busca la conexión con lo divino.



El verdadero espíritu del estoicismo

En esta entrada analizaré la obra de Marco Aurelio, Meditaciones, con el fin de ayudarte a conectar con la verdadera esencia del estoicismo.


Este emperador romano, uno de los grandes referentes de esta escuela filosófica, ofrece una filosofía que no solo trata de ética o de la vida práctica, sino también de la relación del ser humano con el cosmos y la divinidad. Marco Aurelio, además de ser un líder político y militar, fue un pensador profundo que reflexionó sobre la vida, el universo y el orden cósmico.

No es un dato menos, aunque casi nunca mencionado, que Marco Aurelio Marco Aurelio desempeñó el cargo de Pontifex Maximus (Pontífice Supremo), que era la máxima autoridad religiosa en la antigua Roma. Este cargo le otorgaba la responsabilidad de supervisar los rituales religiosos y mantener el orden en la práctica de la religión romana, lo cual subraya su conexión con lo trascendente y su papel en el mantenimiento del equilibrio entre lo humano y lo divino.


En Meditaciones, Marco Aurelio nos deja una visión que entiende a la razón como un aspecto de la divinidad en el ser humano. De allí que hacer un buen uso de la razón es estar, de alguna manera, en armonía con el espíritu rector del universo.


A continuación plantearé sus ideas principales y y secundarias, apoyadas por citas y referencias bibliográficas del libro Meditaciones, de Marco Aureloio.  Editorial Taurus. Great ideas. Año: 2023.



Principales aportaciones de Marco Aurelio en las Meditaciones 


1. Unidad cósmica y orden universal: la razón humana es un fragmento de la Razón cósmica.


La idea de que la Razón universal (Logos) comparte razón con la razón de los humanos es una de las contribuciones más profundas y significativas de la obra de Marco Aurelio. Este concepto tiene implicaciones filosóficas, éticas y espirituales que han influido tanto en la filosofía occidental y la religión cristiana, como en la concepción del individuo dentro del universo.


 2. El control sobre la mente y las emociones: solo se logra mediante la entrega a un orden superior.

Marco Aurelio enfatiza la importancia de detentar un dominio sobre la mente y las emociones, argumentando que no podemos controlar los eventos externos, sin embargo, sí podemos controlar nuestra reacción a ellos. Esta idea es fundamental en el estoicismo y ha influido en la psicología moderna, especialmente en terapias como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que se centra en modificar patrones de pensamiento negativos.


3. La impermanencia de la vida: humildad frente a la inmensidad trascendente.

Marco Aurelio reflexiona sobre la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte, animando a vivir cada día plenamente y sin apego a las cosas materiales. Esta idea ha sido influyente en la ética y la espiritualidad, inspirando prácticas que promueven la conciencia de la mortalidad como un medio para vivir una vida más significativa. 


4. El deber y la virtud como guía de vida: haciendo el bien nos asemejamos al bien superior.

Marco Aurelio aboga por vivir en armonía con la Naturaleza (*1), actuando conforme a la razón y la virtud. Este enfoque ha influenciado el pensamiento ético y político —del pasado (*2)—, promoviendo la idea de que los líderes y las personas en general deben actuar con justicia, moderación y sabiduría. 


5. La interconexión de los seres humanos: creados de la misma inteligencia creadora (Razón Cósmica).

El emperador romano subraya que todos los seres humanos forman parte de una comunidad universal y que el bien común debe prevalecer sobre los intereses individuales. Esta idea ha sido clave en la evolución del pensamiento sobre la ética social y la política. 


6. La aceptación del destino: asunción de que la voluntad individual está supeditada a la superioridad del Orden Cósmico.

Marco Aurelio habla de la importancia de aceptar el destino y los eventos tal como son, sin quejas ni resistencia, entendiendo que todo forma parte de un orden natural más grande. Esta idea ha influido en la moral cristiana y en conceptos como la resiliencia y la capacidad de afrontamiento en la psicología.


 

*1: Distingo «Naturaleza» —con mayúscula— para señalar que no nos referimos a la naturaleza material, tal como se entiende en el sentido actual de esta palabra, sino tal como la entiende Marco Aurelio. Cuando el autor menciona la «naturaleza», se refiere al propósito determinado por la naturaleza universal o Razón Cósmica —el Logos— para cada ser. Actuar conforme a la Naturaleza sería, pues, actuar de acuerdo con lo que dicta la razón individual en armonía con la Razón universal.

*2: El contexto político mundial actual no parece estar mayormente preocupado por estos principios, ni por desarrollarse conforme a esta ética.


 

Ideas centrales de las Meditaciones, de Marco Aurelio (con referencias textuales).


-Todo en el universo se encuentra gobernado por un orden armónico, producto de la «razón generatriz», un principio rector que origina la ley que rige la existencia. 


Marco Aurelio expone que toda la existencia está bajo el control de este orden armónico, resultado de la «razón generatriz»,

«de ti viene todo, todo está en ti, todo vuelve a ti” (L 4, 23)4.

Esta razón es para el filósofo un principio fundamental que mantiene la cohesión y dirección del universo. Según sus palabras,

«todo viene de allá arriba, movilizado por aquel principio rector, común o por consecuencia» (L 6, 36),

un principio que surge de la

«causa divina, origen de cuanto acontece a todos los seres» (L 8, 27).

Este principio rector no solo establece la unidad y armonía de todas las cosas, sino que también asegura que

«no hay más que una armonía en todo, y de la misma manera que el mundo, este gran cuerpo, se completa con todos los cuerpos, así también el destino, esta gran causa, se completa con todas las causas singulares» (L 5, 8).

Marco Aurelio, a través de su razonamiento, concluye que

«de arriba, sin duda, de esta ciudad común, procede la inteligencia misma, la razón y la ley. Y si no, ¿de dónde? Efectivamente, así como la parte terrestre que tengo en mí, proviene del elemento de la tierra; la parte líquida, de otro principio; la aérea, de otra fuente; la cálida e ígnea, de otro origen que le es propio... así también de alguna parte nos viene el principio intelectivo» (L 4, 4).

Esta razón que gobierna la «substancia del universo» es, para Marco Aurelio, en esencia, benevolente. Afirma que

«de ningún modo es en sí misma maléfica, pues no tiene maldad alguna; no es propensa a dañar a otro, ni nada recibe agravio de ella. Todo nace y fenece según ella ordena» (L 6, 1).


-La razón humana es parte de la razón generatriz y de ella proviene. 


Marco Aurelio sostiene que la naturaleza (*3) nos ha dotado de una facultad común con la divinidad, señalando que

«Zeus dio a cada uno por ayo y guía, fragmento de su divinidad. Y este genio es el espíritu y la razón de cada uno» (L 5, 27).

Esta razón individual, un fragmento de la divinidad, proviene de la Razón Universal y, al final, regresa a ella:

«Te reasumirá, por transformación, aquella razón generatriz» (L 4, 14).

Por lo tanto, al hacer un buen uso de su razón, el ser humano puede descubrir su verdadera naturaleza —su propósito en el orden cósmico—y comprender su función dentro del gran orden universal y social. De esta manera, actuará siempre en conformidad con la ley universal, lo que le permitirá alcanzar la plenitud. Al actuar conforme a la naturaleza, se cumple con la función para la cual cada uno ha sido hecho. Marco Aurelio advierte que es fundamental no contradecir la naturaleza:

«Júzgate digno de toda palabra y de toda acción que no desdiga de la naturaleza» (L 5, 3).

Además, nos recuerda la importancia de la interconexión entre lo humano y lo divino:

«Realiza hasta la más pequeña acción... recordando la conexión recíproca de ambos órdenes de cosas; por lo que no harás cosa alguna en beneficio de los hombres, si no lo relacionas con las cosas divinas, ni al contrario.» (L 3, 13).

(*3) Marco Aurelio entiende la naturaleza de un modo diferente a como se entiende coloquialmente en la época actual. Para el emperador filósofo, el concepto de naturaleza está profundamente relacionado con la razón cósmica (Logos), casi como un sinónimo de esta. En su pensamiento, la naturaleza es la inteligencia intrínseca que ordena y guía a las sustancias y los eventos en el universo.



-Dado que todo proviene de la misma Razón (Logos) y está gobernado por ella, todo en el universo está interconectado. Cada evento tiene su causa y está intrínsecamente ligado al resto del orden cósmico. Por lo tanto, quien actúa en conformidad con la naturaleza, que es la expresión de la Razón, y sigue el flujo natural de causas y efectos, actúa rectamente.


Marco Aurelio subraya que todo lo que sucede en el universo está bajo la influencia de una providencia divina, que es una manifestación de la Razón universal.

«las obras de los dioses se presentan rebosantes de una providencia; las de la Fortuna, no dejan de depender de la misma naturaleza o de una trama y concatenación de los acontecimientos regidos por la providencia. Todo dimana de ella» (L 2, 3).

Este principio de interconexión también implica que

«cuanto acontece es necesario y contribuye a la utilidad común del universo, del cual tú eres una parte» (L 2, 3),

reforzando la idea de que cada evento, por insignificante que parezca, tiene un lugar y un propósito en el gran esquema del cosmos. Además, Marco Aurelio sostiene que

«así como los seres están ordenados con la debida armonía, del mismo modo los acontecimientos no manifiestan una mera sucesión, sino una trabazón de unos con otros» (L 4, 45).

Esto sugiere que no solo los seres vivos están en armonía, sino que los mismos eventos en la vida están entrelazados, formando una red coherente y significativa que responde a la ley de causa y efecto. Ejemplifica la interconexión y la misión del ser humano señalando que

«las arañas, las hormigas, las abejas, tienen cada cual su propia tarea y contribuyen, a su vez, al buen orden del mundo» (L 5, 1),

de la misma manera, el ser humano ha de contribuir, por medio del uso de su razón, al orden del mundo, siguiendo

«el recto camino guiado por tu propia naturaleza y por la naturaleza universal. Ambas siguen una ruta común» (L 5, 3).


-La aceptación estoica de Marco Aurelio proviene de comprender la Razón cósmica y armonizarse con ella.


Para Marco Aurelio, como los sucesos de la vida están interconectados y responden al orden cósmico, el ser humano no debe preocuparse ni indignarse por lo que acontece, incluso si es contrario a sus deseos. El filósofo aborda la aceptación de lo amargo en la vida de forma imperturbable, porque entiende que todos los hechos responden a la razón universal y contribuyen al bien común. En sus propias palabras:

«Aceptemos estos hechos como las órdenes que dictara Asclepios. Muchas entre estas recetas son sin duda amargas; pero las aceptamos gustosamente esperando sanar. Estima el resultado y el cumplimiento de cuanto pareciere bien a la naturaleza universal, como lo que pasa tocante a tu propia salud. Abraza, por ello, todo lo que aconteciere, aun cuando parezca un tanto molesto, con la mira de que conduce a la salud del mundo, a la prosperidad y felicidad de Zeus. No hubiera este ordenado tal acontecimiento a este hombre, si no fuese adaptado al buen orden del universo, puesto que ninguna naturaleza particular lleva algo que no cuadre al ser gobernado por ella.» (L 5, 8).

Esta confianza en el

«bien, unión, orden y providencia» le permite decir: «Venero, persisto y descanso en el que gobierna» (L 6, 10).

Marco Aurelio no solo aboga por aceptar lo que sucede, sino por complacerse de ser parte de un plan superior:

«Conviene, pues, por dos razones, contentarse con lo que ocurriere: la una, porque esto se hizo para ti, te estaba ordenado, se te asía, en cierto modo, desde lo alto, encadenado a causas muy principales; lo otro, porque esto que a cada uno acaece en particular contribuye a la prosperidad, a la perfección, y, ¡por Zeus!, a la existencia misma de aquel que todo lo gobierna» (L 5, 8).

Él señala que fallamos a la razón y a la armonía universal cuando nos enfadamos con las circunstancias:

«El universo vendría a quedar mutilado si se le desconcertase un poco de la conexión y contigüidad tanto de sus causas como de sus partes. Y tú quiebras este enlace por lo que te incumbe, cuando te disgustas de los acontecimientos» (L 5, 8).

En la misma línea, advierte que

«El hombre que se aflige, o se irrita, o teme, demuestra que ni quisiera que hubiese sido hecho, o que se haga, o que vaya a hacerse algo de lo que ordena el administrador universal, el cual es la misma ley, que reparte a cada uno lo que le corresponde. Por tanto, el que teme, se aflige o se irrita, es un desertor.» (L 10, 15).

Para Marco Aurelio,

«todo lo que ocurre, ocurre con razón» (L 4, 10).

Esta entrega plena, total y consciente al orden universal es lo que le lleva a aclamar:

«Me avengo, oh naturaleza del mundo, a todo lo que a ti te acomodare. Nada es para mí tardío o temprano si es para ti sazonado» (L 4, 22).

También nos insta a

«estimar el resultado y el cumplimiento de cuanto pareciere bien a la naturaleza universal... abraza por ello todo lo que acontece, con la mira de que conduce a la salud del mundo, a la prosperidad y felicidad de Zeus» (L 4, 21).

El filósofo aborda aceptación del destino con serenidad, retomando la idea estoica del "amor fati" (amor al destino), donde el individuo debe aceptar los eventos, tanto positivos como negativos, como parte de un orden cósmico más amplio. La serenidad, la aceptación y la resignación a la voluntad de la naturaleza son vistas como claves para mantener la paz interior en medio de la adversidad.


 

Ideas secundarias

Teniendo en cuenta la frecuencia con la que aparecen ciertos temas en comparación con otros, y a pesar de que algunas de estas ideas podrían interpretarse como principales, tras un estudio profundo de las Meditaciones de Marco Aurelio, he llegado a la siguiente conclusión sobre el orden de las ideas principales y secundarias. En la actualidad, debido a la popularidad del enfoque utilitario en torno a los conceptos del estoicismo, se tiende a priorizar lo que, en mi opinión, son ideas secundarias, mientras que se deja de lado lo que, al estudiar su obra, se revela como un eje central. Soy consciente de que esta elección de ideas primarias y secundarias puede estar sesgada —como todo trabajo humano— por mis propias preferencias. No obstante, he intentado analizar la obra de la manera más objetiva posible.



-La importancia de la autoobservación y el autoconocimiento para alcanzar imperturbabilidad y desechar las ideas que perturban


Marco Aurelio afirma que aquellos que no examinan los movimientos de su propia alma están destinados a la desgracia:

«Los que no escudriñan los movimientos de su propia alma, fuerza es que sean desgraciados» (L 4, 8).

Además, destaca que lo que perturba al ser humano no son los hechos en sí, sino las opiniones que tiene de los sucesos,

«las inquietudes provienen únicamente del modo que…tienes de opinar» (L 4, 3).

Por ello advierte

«Expulsa de ti esa opinión y se suprimirá la queja» (L 4, 7),

lo que enfatiza cómo nuestra percepción interna puede transformar nuestra experiencia del mundo exterior. Y recuerda que

«Tu inteligencia será cual la hagan tus ideas habituales; pues el alma queda imbuida de esas ideas» (L 5, 16),

reforzando la importancia de mantener una autoobservación constante para asegurar que el alma estén en paz.



-La felicidad es inseparable de la virtud

Para Marco Aurelio, la verdadera felicidad no depende de las circunstancias externas, sino de la alineación de nuestras acciones y deseos con la virtud. Señala que es feliz

«el que labra una buena fortuna; y una buena fortuna no consiste en otra cosa que en las buenas inclinaciones del alma, los buenos deseos y las buenas acciones» (L 5, 36).

nfatiza que la felicidad consiste en

«un buen numen interior y una buena facultad rectora (L 7, 17).


-La importancia de enfocarse en el presente, dada la naturaleza transitoria y mutable del universo.

Marco Aurelio subraya la naturaleza cambiante de todo lo existente citando a Heráclito:

«La muerte de la tierra es convertirse en agua; la muerte del agua es transmutarse en aire; la del aire, hacerse fuego, y al contrario» (L 4, 46).

Este constante cambio también se refleja en la fugacidad de las cosas humanas, que el filósofo describe como «efímeras y ruines» (L 4, 48). Nos recuerda que los logros y posesiones mundanas son temporales, lo que debería motivarnos a no aferrarnos a ellos, sino a vivir en el presente, el único momento que realmente poseemos. Además, Marco Aurelio enfatiza la rapidez con la que los eventos suceden y desaparecen:

«Considera muy a menudo la rapidez con que los seres existentes y los acontecimientos ocurren y se nos arrebatan… las energías, en perpetua mutación; las causas, sujetas a innumerables alteraciones; casi no hay cosa estable» (L 5, 23).

De este modo refuerza la inestabilidad inherente del mundo, sugiriendo que nuestra única certeza es el presente. El filósofo reflexiona sobre la insignificancia del tiempo vivido y el inevitable olvido que sigue a nuestras acciones:

«Echa los ojos al olvido en que rápidamente caen todas las cosas» (L4, 3).

Y nos insta a recordar que

«cada uno no vive más que el presente, indeciblemente pequeño. El resto de la vida, o ya se acabó de vivir, o es incierto. Brevísimo es, pues, el instante que cada uno vive, brevísimo el espacio donde habita, brevísima la fama de la posteridad» (L 3, 10).


-La moderación y el control de los placeres sensuales son fundamentales para vivir en armonía con la razón y la virtud.

Marco Aurelio resalta la importancia de la vigilancia sobre los sentidos y la moderación en los placeres. Él aconseja que incluso en la relajación debe prevalecer la sobriedad:

«Si te relajas, sea sobriamente» (L 4, 26).

Este enfoque es clave para mantener el control sobre los deseos y evitar la indulgencia excesiva. Además, destaca que el autocontrol es esencial para protegerse de los excesos y la verdadera fortaleza del ser humano reside en la inteligencia libre de pasiones:

«Es como una ciudadela; y realmente el hombre no tiene posición más segura donde retirarse para no ser en adelante capturado» (L 8, 48).

Advierte la necesidad de elegir conscientemente lo que es realmente beneficioso y mantener la firmeza en esa elección y advierte de los peligros de los placeres que, aunque inicialmente atractivos, pueden llegar a dominar la vida: «No es conforme a justicia que se oponga al bien propio de la razón y de la sociedad nada que sea extraño a su naturaleza, como el aplauso de la turba, el poder, la riqueza, el goce de los placeres» (L 3, 6).



-Lo correcto y lo bueno son intrínsecamente valiosos, independientemente de la validación externa. Por ello no se debe perseguir el fruto de los actos ni esperar reconocimiento por las buenas obras.

Marco Aurelio explica que

«Lo que fuere naturalmente bueno, ¿qué otra cosa necesita, como no lo necesita la ley, la verdad, la benevolencia, el pudor?» (L 4, 20)

enfatizando la idea de que la virtud y la rectitud son valiosas por sí mismas, independientemente de las alabanzas externas.

«todo lo honesto, de alguna manera es honesto en sí mismo, encierra en sí su bondad sin tener la alabanza 15 como parte integrante de su ser» (L 4, 20).

Cumplir con el deber, que es la acción recta regida por la razón y en armonía con la razón universal, es una parte central de esta visión. Marco Aurelio destaca la importancia de actuar conforme a lo necesario, evitando lo superfluo:

«No solamente conviene cercenar aquellas acciones que no son necesarias, sino también las ideas» (L 4, 24).

Asimismo, Marco Aurelio insta al verdadero acto virtuoso, que está libre de interés ni busca beneficio personal o reconocimiento:

«El hombre que favoreció a otro hombre, no debe intentar beneficiarse, sino pensar cómo le serviría otra vez, imitando a la vid que a su tiempo vuelve a llevar uva» (L 5, 6).

Advierte contra la búsqueda de aprobación pública:

«No se acoja uno al aplauso del vulgo, sino únicamente al de aquellos que viven de acuerdo con las leyes de la naturaleza» (L 3, 4)

y contra la preocupación sobre las faltas de los demás, ya que cada persona es responsable de sus propios errores:

«¿Peca alguno? Sobre su cuenta y contra sí mismo peca» (L 9, 20).


-Ser veraz —no mentir— es una manifestación esencial de la virtud Para Marco Aurelio, el hombre virtuoso debe ser veraz en todas sus acciones y palabras, pues mentir no solo es un acto injusto, sino también una ofensa contra la naturaleza y la divinidad.


Marco Aurelio resalta la importancia de la verdad y la veracidad como un pilares fundamentales en la vida de quienes buscan vivir en armonía con la naturaleza universal, pues el ser humano virtuoso,

«que obedezca a Dios, conviene, sin decir una palabra opuesta a la verdad» (L 3, 12).

Además, señala que

«el que miente, comete así mismo una impiedad contra la misma divinidad, pues la naturaleza del universo es la naturaleza de lo existente; y lo que subsiste está íntimamente 16 vinculado con las cosas preeminentes. A más de esto, llámase también Verdad a esta divinidad y ella es la primera causa de todas las verdades» (L 9, 2).

Esta idea se repite en numerosos pasajes, haciendo alusión a lo mismo: el «ayuno de mentira, y de toda clase de falsedad» (L 9, 2),

abogando por un obrar siempre sincero, «y, en cuanto digas o propongas, con una sinceridad heroica, vivirás feliz» (L 3, 12).


-La Interconexión de la Humanidad —fraternidad universal—


Marco Aurelio expresa la idea de una interconexión de todos los seres humanos, destacando que todos formamos parte de una comunidad amplia. En este principio de fraternidad universal, donde la humanidad se concibe como una sola familia, Marco Aurelio afirma que incluso aquellos que se equivocan siguen siendo nuestros parientes, lo que evoca el sentimiento de compasión:

«La condición del pecador mismo es tal que no deja de ser mi pariente, participante, no de mi misma sangre o prosapia, pero sí de una misma inteligencia y de una partícula de la divinidad. No puedo recibir afrenta de ninguno de ellos, porque ninguno podría mancharme con su infamia. No puedo tampoco enojarme contra mi pariente ni aborrecerle, que hemos sido creados para ayudarnos mutuamente, como lo hacen los pies, las manos, los párpados, los dos órdenes de dientes, el superior y el inferior. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es ir contra la naturaleza: y es tratar a alguien de adversario el hecho de indignarse o apartarse de él» (L 2, 2).

Además, Marco Aurelio extiende esta visión al concepto de la humanidad como una sola familia, afirmando que

«aunque dividida en Estados y naciones, forma parte de una misma familia. Consecuentemente, el mundo viene a ser un estado universal. Y si no, ¿de qué otro cuerpo político se dirá que forma parte el linaje humano?» (L 4, 4).

Conslusión


Como vemos, Marco Aurelio, lejos de ser una máquina de actitudes eficientes, es un ser humano profundamente conectado y consciente. Hace constante referencia a la divinidad, con la cual expresa una unión vital y una entrega a sus designios, que él identifica con «el orden cósmico». Se destaca en el emperador la coherencia de llevar estos principios a cada acción de la vida cotidiana.


El estudio de esta obra confirma valores éticos perennes, que se hallan en la raíz de toda tradición espiritual o filosofía auténtica, aquella que busca genuinamente el descubrimiento de los fundamentos éticos universales.


Las ideas de Razón, interconexión humana, virtud, veracidad y rectitud que Marco Aurelio expresa aportan un sustento teórico valioso que conecta con el sutrato de todas las tradiciones espirituales (sí, de todas, cuando se trascienden los dogmas y se profundiza en su núcleo).


El fin último al que llegan aquellos que profundizan en su razón —en términos marcoaurelianos— converge en las mismas conclusiones, aunque se expresen con palabras y conceptualizaciones diferentes; algo natural, ya que toda idea se reviste de las formas psíquicas de la persona, influida por la época y la cultura en la que se inserta.



Como siempre, gracias a l@s herman@s transtemporales, quienes, desde las más diversas áreas del conocimiento humano y esparcidos a lo largo del espacio-tiempo, nos acercan un aspecto desde la cual podemos aproximarnos al Todo que intuimos con íntima certeza..

 


Vocabulario


1. Razón universal (también nombrada razón generatriz, razón cósmica, naturaleza universal o Logos): Principio ordenador del universo que emana de la inteligencia suprema o divinidad. Es la fuerza racional y estructurante que da coherencia y propósito a todas las cosas en el cosmos.


2. Razón: Fragmento del Logos o divinidad presente en los seres humanos, que les sirve como guía en el mundo. Es la capacidad racional que permite a los seres humanos alinearse con la naturaleza universal y vivir en armonía con el orden cósmico (L 5, 27).


3. Naturaleza: Inteligencia intrínseca que ordena y guía a las sustancias, seres y eventos en el universo. Es la manifestación de la razón cósmica dentro de todos los aspectos de la realidad, reflejando el Logos en la estructura y funcionamiento del mundo natural.


4. Virtud: Disposición racional que orienta al individuo a actuar en conformidad con el orden universal, con benevolencia, aceptación y adaptación a la Razón. Es la excelencia moral que surge de vivir de acuerdo con la naturaleza y el Logos.


5. Rectitud: Acción de pensar y obrar en alineación con los principios de la Razón. Es la conformidad de las acciones y pensamientos con el Logos, reflejando una vida en armonía con el orden universal.



 

Espero que lo hayas disfrutado. Estaré encantada de leer tu comentario.


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